A veces vivimos situaciones de las que nos cuesta tomar distancia y relativizar. El problema se nos hace grande, no sabemos salir de él, nos sentimos enredados entre multitud de variables que afectan a la situación. No encontramos la mejor salida, estamos sumergidos en una especie de callejón sin salida y no logramos ver la luz. Llega un momento que incluso parece que cuanto más buscamos más liados estamos y más difícil se nos hace encontrar una solución.
Puede ser que un simple viaje, no muy lejos pero a un ambiente totalmente diferente, te ayude a relativizar el problema. Desconectar, rodearte de otro ambiente, de otras personas y salir de tu rutina te sitúa en un lugar diferente desde donde observar. Y eso por lo general puede ser suficiente para encontrar la solución o para reducir la tensión que nos produce la vivencia de ese problema.
Es una manera práctica y fácil de poder gestionar nuestro mundo emocional, especialmente antes de que la situación quede enquistada y guardada en un rincón de nuestro interior al que luego sea más difícil acceder.