Todo empieza mucho antes de lo que recuerdas
Con mi taza de café…
Recuerdo que de bien pequeña empecé a leer a Agatha Christie. Me apasionaban sus novelas y era algo que a mi familia le sorprendía. La lectura pasó a ser una gran pasión de infancia, me tenían enganchados esos libros en los que intentaba descubrir al culpable, casi nunca con éxito. Años después mi abuela me explicó algo que me hizo reír: el misterio la ponía tan nerviosa que siempre se leía primero el final para conocer quién era el culpable y entonces ya luego podía iniciar la lectura del libro. Jamás entendí cómo era capaz de acabar una novela de misterio empezando a leerla por el final. Y lo cierto es que se las acababa muy rápido. Y ahí está el kit de la segunda confesión que me hizo: me voy saltando unas cuantas páginas, porque total, no me pierdo del hilo de la historia.
Y aquí tenemos una gran reflexión sobre lo que es y lo que parece. Pero ¿quién es nadie para cuestionar lo que sea sobre el otro? Lo que está claro es que todos observamos y opinamos y no siempre conociendo toda la verdad. Yo quizás tampoco era muy consciente de mi propia verdad sobre el interés por esos libros. La intriga y la curiosidad me llevaban a esa lectura incansable de Agatha Christie. No me preguntes por su vida porque no sé nada ni recuerdo los títulos de sus novelas, solo sé que siguen en casa de mis padres y que me encantaban. Ahora pienso, pasados muchos años que esa parte misteriosa que tanto me interesaba era la pincelada que daba información sobre mi vida futura. Pero en ese momento ni yo ni nadie lo sabíamos.
Ahora, muchos años después de eso, he de confesar que el misterio ha formado parte de mi vida paralela sin saberlo. Hay una parte que no vemos pero que sentimos y que existe. Eso que no explicamos a nadie e intentamos pasar por alto porque no logramos entenderlo. Esas casualidades y misterios que forman parte de la vida de todos. Cuando ahora hablo de ello con la gente, te das cuenta que todos compartimos esa creencia en algo que no sabemos explicar o que nos da miedo hacerlo. Me he encontrado a muchas personas aliviadas por poder hablar por fin de ello sin tabúes. Otras que habían intentado dejar a un lado esas experiencias y que han vivido de repente situaciones que les han obligado a mirar a todo esto de frente y se han encontrado perdidas. Sé que el que dirán es algo que nos frena a la hora de actuar. Y esto se relaciona con el miedo. Pero también sé que cuando encuentras a alguien con quien puedes hablar de ello, todo tu mundo cambia.
En mi época laboral en el mundillo financiero, conocí a unas cuantas personas con las que juntos descubrimos algo que en ese momento no entendíamos. Nuestros descansos en la sala de fumadores dieron para mucho. Empezamos con el poder de las piedras. Luego una compañera nos habló de una sesiones que no lográbamos entender pero que nos dieron para muchas risas y conversaciones. Lo que a veces empieza con la risa acaba por ser un tema serio cuando lo hablamos entre personas a las que nos gusta aprender. Así acabamos de visita a la Catedral de Barcelona para empezar a percibir. Ya no sé si son los nervios o que es, pero acabas percibiendo. Pero en seguida, al volver a la realidad lo descartas. No lo ves, no lo entiendes, así que no lo puedes colocar en ningún archivo de tu cerebro. Así que va directo a la papelera de reciclaje. Lo que no sabes, es que si no vacías esa papelera, esa información sigue ahí, a la espera de algo que te la haga rescatar. Y así es como sucedió.
Te seguiré contando, porque cuando buscas el origen de algo, casi nunca lo recuerdas todo. Muchas cosas siguen en esa papelera y es cuando empiezas a trabajar mentalmente en ello, que empiezas a recuperar esa información y recuerdas que el origen es otro diferente al que creías. Y eso no solo te sucederá en una ocasión.