A lo largo de la vida vivimos etapas que nos hacen sonreír y ser felices y otras que no. Lo fácil nos aflora de manera automática, sin pensarlo. Lo complicado es poder sonreír cuando lo que sucede a nuestro alrededor no nos hace sentir bien. Pero es en esos momentos cuando tenemos que hacer el esfuerzo. Es entonces cuando debemos mirarnos al espejo y decirnos que todo va a ir a mejor y sonreír. Es solo un gesto, no parece mucho, pero hecho a diario se acabará transformando en una respuesta automática que en nuestro organismo tendrá el efecto de crear una emoción positiva.
Simplemente una frase puede cambiar nuestro humor; eso lo sabemos, lo hemos experimentado todos. Entonces ¿porqué no decirnos frases positivas? Y otra cosa muy importante es el valor que des a lo que TU piensas, sientes y haces. Este auto-reconocimiento ha de estar siempre por encima de opiniones externas; que siempre puedes tener en cuenta pero que has de intentar que no te condicionen.
Rodéate de personas que te hagan reír, pero eso no significa que te alejes de las que lo están pasando mal y también pueden necesitar tu ayuda. Hoy en día está muy de moda esto de rodearse de gente positiva, alejarse de personas tóxicas, etc. Pero es bueno relativizarlo todo, pues cuando estamos pasando por un mal momento nos gusta tener a alguien al lado que nos ayude y extienda su mano. Las relaciones se están volviendo más frías por la creencia de alejarse de lo malo y acercarse a lo bueno, llevada al extremo.
Piensa en lo que te hace sonreír. Piensa en quien necesita una sonrisa o un abrazo. Enfoca tu vida desde la alegría.