Hoy en día hay muchísima información sobre este tema y podemos encontrarla con bastante facilidad. Así pues no me propongo aquí repetir lo que probablemente ya habréis leído de teoría sobre este concepto. Me gusta explicar con mis propias palabras lo que yo entiendo por autoestima y cómo afecta a nivel práctico, como nos la (no)educan y como la tenemos en cuenta cuando somos conscientes que tenemos «baja autoestima».
En mis años de profesora de adultos pude ver claramente como, especialmente las mujeres que ahora tienen a partir de 50 años aproximadamente, tienen tendencia a tener una autoestima baja. Vivieron una época en la que la educación de la mujer era centrada en cuidar de la casa, la familia, los hijos, etc. En ningún momento se les decía que ellas también se tenían que cuidar. Son mujeres que han ejercido su papel de madres, abuelas, hijas, esposas, etc al servicio de… Para ellas todo lo que fuera centrarse en ellas mismas lo vivían como algo malo y reprochable. También fueron educadas en una época en la que era muy importante «el que dirán». Así pues son personas centradas básicamente en los demás y para ellas su valor es que esta función la hagan bien. Si ayudan, si normalmente no dicen que no, si siempre están dispuestas, si «mantienen» el matrimonio y la familia no habrán fracasado.
Siempre hay excepciones y particularidades familiares y personales pero a nivel social en general estas ideas eran las predominantes. Estas personas han crecido con esa especie de programa mental que siendo conscientes o no de ello, es el que les ha permitido funcionar. Cuando educan a sus hijos, lo hacen de la manera que conocen, es decir, transmitiendo el mismo patrón o uno muy parecido. Pero los cambios sociales y las nuevas tecnologías empezando en su día por la televisión y hoy en día por las numerosas redes sociales que nos permiten ver otras realidades sin tener ni siquiera que salir de casa, han permitido que veamos más allá de nuestro entorno cercano. Hemos conocido otras costumbres, se viaja en general más, y hemos empezado a leer y a hablar de autoestima, de valores, de querernos a nosotros mismos y mucho más.
Como la misma palabra dice, auto-estima es quererse a sí mismo. En este concepto se incluyen dos muy importantes que son el autoconcepto y la autoimagen. El primero de ellos sería el concepto que tenemos de nosotros mismos, como nos definimos a nivel de personalidad y carácter. El segundo haría más referencia a la imagen física que tenemos de nosotros mismos. Es importante tener presente que tengamos en cuenta que una «modelo de pasarela» puede tener una autoimagen de sí misma mala, a pesar de que nosotros la veamos «perfecta». Y es que en todo esto tiene mucho que ver la autoexigencia.
Casi todos estos conceptos están muy relacionados con la educación y las propias vivencias y cómo nos vamos explicando e interpretando todo aquello que vivimos. Aquí también entraría en juego la ya famosa frase «nosotros creamos nuestra propia realidad» y es que si pasado un tiempo haces que tres personas que han vivido un hecho en concreto te lo expliquen, te sorprenderá las diferencias de lo que cuentan. Cada persona se fijó en unos detalles concretos, los interpretó de una manera particular y lo guardó en un cajoncito de su cerebro que se encuentra en una cajonera distinta de la de su compañero y conectado con una serie de experiencias previas diferentes. Cuando explican nuevamente lo vivido te das cuenta que sucediendo los mismos hechos los han vivido de manera diferente. Y a eso hay que añadir el gran «influencer» llamado componente emocional.
La baja autoestima se relaciona con la inseguridad, y como bien sabes, cuando hay inseguridad es muy probable que haya miedo asociado y si esto se repite y/o se vive de manera muy intensa es probable que haya ansiedad. Y como seguramente también hayas leído, todo esto se relaciona con la bajada de defensas que nos hace propensos a enfermar. También toda esta amalgama emocional tiene efectos internos importantes a la hora de segregar unas hormonas u otras y/o alterar nuestro sistema hormonal. Con ello también se ven afectadas nuestras emociones. Y por tanto también nuestras relaciones y así podría seguir con un largo etcétera que no nos llevaría más que a un montón de problemas que según el que decidamos trabajar o en el que nos fijemos, intentaremos buscar una solución u otra o meternos en una especie de caos existencial en busca de la felicidad.